El Eternauta, el cielo y nosotros: cuando la brújula anda bien, pero el mundo se rompe

Hace unos días vi El Eternauta, la nueva serie de Netflix basada en la mítica historieta argentina de Héctor Germán Oesterheld. Me quedé en silencio largo rato después del primer capítulo. La historia transcurre en Buenos Aires, donde de pronto una nevada tóxica empieza a caer, y nadie sabe muy bien qué está pasando. El mundo, tal como lo conocían, cambia de forma abrupta y radical.

En un momento, uno de los personajes dice:
“La brújula anda bien. Lo que se rompió es el mundo.”

Y esa frase me hizo temblar por dentro. Porque muchas veces, en una lectura de carta natal o durante un tránsito difícil, lo que escucho o siento es algo muy parecido. No es que algo esté mal con vos, o con tu carta. No es que perdiste el rumbo. La brújula —tu alma, tu conciencia, tu propósito— sigue funcionando. Lo que cambió fue el escenario. Y en ese nuevo mundo, necesitamos reaprender a movernos.

Astrología y los tiempos de ruptura

En astrología, estos momentos suelen estar marcados por tránsitos fuertes: Plutón que arrasa estructuras, Urano que sacude certezas, Saturno que nos enfrenta a lo esencial. Esos tiempos en los que sentimos que el piso se mueve, que lo que dábamos por hecho ya no sirve, que el mapa se volvió obsoleto. Pero si miramos con más profundidad, descubrimos que la brújula sigue ahí. Que no se trata de perder el norte, sino de crear una nueva dirección en un mundo que ya no es el mismo.

El Eternauta, con toda su potencia simbólica, pone en escena la idea de la resistencia colectiva, del liderazgo forjado en la urgencia, del miedo que no paraliza sino que une. Y eso me conecta profundamente con el arquetipo de Acuario: el signo de la red, de la comunidad, del futuro que se construye entre muchos.

No hay revolución sin red

En la serie, no hay héroes individuales. Lo que salva, lo que sostiene, es el grupo. La familia. Los amigos. La organización espontánea. Exactamente como pasa en el cielo: los planetas no están aislados. Se aspectan, se afectan, se vinculan. Forman una danza de relaciones.

Eso también somos nosotras. Un sistema. Un tejido. Una trama viva.

Y ahí aparece el verdadero sentido de la astrología que amo y enseño: no como herramienta predictiva para evitar lo que duele, sino como lenguaje sagrado para leer el sentido profundo de lo que estamos atravesando.

Cuando el afuera ya no tiene lógica

Hay momentos en los que sentimos que todo lo que sabíamos dejó de tener sentido. Que el mundo “se rompió”. La astrología, en esos momentos, no nos da respuestas cerradas, pero sí una dirección. Nos recuerda que somos parte de algo mayor. Que lo que vivimos tiene ritmo, tiene ciclo, tiene sentido, aunque no lo veamos al instante.

Y por eso esta serie resuena tanto. Porque nos muestra el miedo, sí. Pero también la resiliencia. La capacidad de sostenernos unos a otros en lo desconocido. Como hacen los signos de aire cuando se alían: Géminis comunica, Libra equilibra, Acuario proyecta.

Una invitación

Te invito a que no tengas miedo si sentís que todo cambió. No te apures en “volver a lo de antes”. Tal vez ese mundo ya no existe más.

Preguntate, mejor:

  • ¿Qué parte de mí sigue funcionando como brújula, aunque todo alrededor se haya caído?
  • ¿Qué vínculos me sostienen?
  • ¿Estoy dispuesta a ser parte activa de la nueva realidad que está naciendo?

La astrología es una gran aliada para transitar estas preguntas. Porque cuando el mundo se rompe, podemos volver al cielo. No para escapar, sino para recordar que hay un orden mayor. Que incluso en el caos, las estrellas siguen brillando.

Y nosotras, también.

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