
Alejandra rotman
Educadora, astróloga, coach ontológica y ejecutiva, facilitadora de Barras de Access y terapia bioenergética.
Creo firmemente que los astros no sólo son símbolos de sabiduría ancestral, sino también mapas energéticos que pueden dialogar con nuestra alma. En mi práctica, utilizo la astrología como un puente que conecta la intuición y el análisis.
Además, soy mamá de un joven maravilloso, a quien crié mientras construía mi carrera. Esto me enseñó a valorar la disciplina, el coraje y la magia de creer en lo imposible. Hoy, estoy aquí para compartir mi
experiencia con vos y acompañarte en tu propio viaje de Autodescubrimiento.
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tu carta natal es un mapa, pero el viaje lo decidís vos.
Pasaporte a tu viaje interior
La carta natal es tu mapa del cielo, un GPS Planetario que marca las rutas energéticas que trajiste al nacer. Es una guía que señala tus montañas por escalar, los valles donde encontrarás paz, y los cruces de caminos donde tus decisiones marcarán la diferencia. Es también el espejo de los ríos que fluyen como tus emociones, las tormentas que remueven tu alma y los atardeceres que iluminan tus amores más profundos.
Yo no te digo cuál es tu destino. Te ayudo a mirar ese mapa, a reconocer las energías con las que naciste y a descubrir las herramientas que ya tenés para recorrer tu camino. Es ahí donde te entrego un pasaporte en blanco, un espacio para que vos misma escribas tu historia, eligiendo los sellos que querés sumar a tu vida.
Mi enfoque no se trata de predecir el futuro, sino de abrir posibilidades. De acompañarte con empatía y respeto mientras explorás las experiencias que tu alma vino a vivir. El mapa está ahí, pero el recorrido es siempre el que vos decidas.


«Vos deberías estudiar astrología»
Hace 25 años, mi vida dio un giro que no podía imaginar. Por un lado, tenía a mi hijo recién nacido, quien se convirtió en mi mayor motor para seguir adelante. Por otro lado, acababa de atravesar una separación muy dura… muy dura.
En ese contexto, trabajaba como docente, con más de 40 alumnos particulares y también en escuelas. Desde afuera, parecía que tenía «la carrera perfecta»: mis clases eran creativas, me encantaba enseñar y siempre llegaban más alumnos. Pero algo dentro de mí pedía un cambio.
Siempre me habían atraído los lenguajes sagrados. En mis veintipico había estudiado tarot y más tarde una prima me enseñó algo de astrología, aunque desde un enfoque predictivo que no terminaba de resonar conmigo. Esa semilla quedó dormida, hasta que, en un momento de crisis, la astrología volvió a aparecer en mi camino.
Durante ese tiempo difícil, en el que me sentía sola y desbordada por la crianza de mi hijo, salí a buscar ayuda. En una consulta con alguien que no parecía del todo confiable, escuché una frase que cambiaría mi vida: «Vos deberías estudiar astrología».
«¿Dónde?», pregunté casi automáticamente.
«En Casa XI», respondió.
«¿Dónde queda?», insistí.
«No sé, pero queda cerca de mi casa», contestó.
Y tenía razón. Casa XI estaba literalmente a la vuelta de su casa. En esa época, no había redes sociales como ahora, y encontrar información requería esfuerzo. Pero algo me impulsó a buscar, a inscribirme. Llegué al curso en plena mitad del primer año, y no lo dejé nunca más. Desde el primer día, sentí que había encontrado algo que me hacía vibrar.
Ese fue el inicio de un camino que transformó mi vida. La astrología me ayudó a entenderme, a sanar y a abrir mi mente. Pero no fue lo único. A lo largo de los años, este viaje me llevó a explorar un sinfín de disciplinas que enriquecieron mi vida y mi visión del mundo.
Me sumergí en el mundo de las constelaciones familiares, donde descubrí el impacto de nuestras raíces y patrones familiares en nuestras vidas. Participé en retiros espirituales que me conectaron con mi esencia, trabajé con la biodescodificación para entender cómo nuestras emociones afectan nuestro cuerpo y estudié astrología arquetípica, que añadió una dimensión aún más profunda a mi práctica.
Descubrí la magia de los mandalas como herramienta de meditación, caminé por el laberinto de Chartres, una experiencia transformadora que me llevó a reflexionar sobre los caminos de la vida, y me formé en terapias alternativas como la bioenergética, Reiki y otras técnicas que me ayudaron a integrar cuerpo, mente y espíritu. Cada uno de estos aprendizajes me aportó una nueva perspectiva, un recurso más para acompañar a quienes, como yo, buscan respuestas y caminos de transformación.
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La Astrología como Camino de Vida
La astrología fue el hilo conductor que unió todo esto. No dejé la docencia por completo en ese momento; al contrario, este camino me dio la energía y la inspiración para seguir enseñando. Pero también fue un espacio propio, donde podía conectar con mi autenticidad, conocer a personas con mentalidades abiertas y romper con la monotonía de mi día a día.
Con los años, este camino dejó de ser solo mío. Pasé de usar la astrología y las terapias alternativas como herramientas personales a convertirlas en mi propósito de vida. Acompañar a otros en su proceso de descubrimiento y sanación se convirtió en mi misión. No fue un camino fácil, pero sí uno lleno de aprendizajes.
Hoy, miro hacia atrás y veo cómo cada paso me llevó a construir una vida más plena, alineada con mi verdadera esencia. Mi historia es prueba de que los momentos de crisis son oportunidades de transformación. Ahora acompaño a otras mujeres en sus propios procesos, ofreciendo herramientas para que encuentren sus respuestas y descubran su camino.
Este recorrido me enseñó que siempre hay algo nuevo por descubrir, que las heridas pueden ser puertas hacia una vida más auténtica, y que, cuando nos atrevemos a escuchar nuestro llamado interior, los caminos
nos transforman para siempre.
